lunes, 29 de noviembre de 2010

La "unidad nacional" de la derecha

Astuta y cauta, por ser su primer gobierno democrático desde la elección de Jorge Alessandri en 1958, la derecha chilena acuñó la frase de "un gobierno de unidad nacional", como el emblema de su regreso al poder.
Muchos pensaron que con ello lo que se buscaba era resaltar que, por sobre las diferencias ideológicas con la Concertación, ésta haría un gobierno de consensos, en torno a grandes ideas de desarrollo nacional. Así como la misma coalición saliente lo había hecho durante veinte años, con una prudencia rayana en la ingenuidad, cuando no en la obsecuencia.
Pero el tiempo y el actuar del gobierno han demostrado que la famosa frase no tiene que ver con la búsqueda de consensos. Al contrario, ésta es usada como consigna de guerra para dividir la sociedad entre amigos y enemigos. Quienes están por la "unidad nacional" pertenecen a los primeros, quienes no están con ella son los antipatriotas.
En otras palabras, lo que esa frase hace es eliminar el derecho a disentir: o se está con ellos (que al parecer representan la única identidad chilena posible) o se está contra ellos y, por ende, contra Chile y su desarrollo.
El mejor ejemplo reciente es lo que sucede con la reforma curricular que el gobierno quiere implementar. Elaborada en el más profundo secreto del Ministerio de Educación, sin consulta a expertos ni gremios, fue presentada al Consejo Nacional de Educación para su aprobación en octubre del presente año. El CNED la aprobó, con algunas observaciones, por Acuerdo 113 de 2010 (no disponible en su página web).
Ahora será llevada al Parlamento para su aprobación. Ante la posibilidad que la oposición le niegue los votos y someta el proyecto a un estudio acucioso que involucre a más actores, el gobierno ha esgrimido nuevamente su frase de batalla y la ha dejado caer sin piedad sobre quienes pretendan no aprobarla de inmediato.
"Quiero pedirles a los senadores y diputados - así lo dijo el presidente - que se olviden de la división tradicional entre Gobierno y oposición, izquierda y derecha, y piensen en una sola cosa: en nuestros niños y jóvenes, piensen en sus propios hijos".
Dos cosas parecen reprobables en el mensaje de Piñera. En primer lugar, pedirle a la oposición y a la izquierda que deje de serlo y satisfaga sus deseos de llevar adelante lo que él llama (en un lenguaje que a la derecha chilena le es tan caro) "la madre de todas las batallas". Si esa es la lógica, entonces pidámosle al gobierno que en determinadas ocasiones deje de serlo.
En segundo, que se arrogue el derecho de la perfección y asuma que una reforma educativa deba ser asumida sin discusión por el sólo hecho de haber sido formulada por su sector. Cómo si ello bastara para tener la razón y hacer exigible su aprobación.
Nuevamente el gobierno ha sacado a relucir su famosa frase, acusando a quienes queremos un debate amplio, de antipatriotas, por no estar incondicionalmente de acuerdo con él.
No obstante, a pesar de la lamentable situación descrita, hay quienes ven en esta actitud de la nueva derecha chilena un avance, en la medida que ésta al menos aprendió a formular su derecho a la exclusividad por la vía del lenguaje, y ya no sólo del fusil y la bota militar.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Marcha por la Historia

* Por Ricardo López y Enrique Fernández







Algunas imágenes de la marcha realizada hoy desde la Casa Central de la Universidad de Chile al Ministerio de Educación, para entregar a Joaquín Lavín un carta relativa a la propuesta de eliminar horas de Historia del currículo escolar.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Resumen del Chile urbano

Si se descuenta su parte rural, la sociedad chilena podría ser resumida en cuatro cuadras del centro de Santiago. En ellas se puede encontrar todo el espectro de sectores sociales que componen nuestro país.
Las calles son las que van desde Estado por el oriente, hasta Teatinos por el poniente. Es más, ni siquiera es necesario recorrerlas completas, sino que basta con ir por la Alameda, un viernes o sábado como a las nueve de la noche.
Después de esa hora, en la esquina de Estado con Alameda comienzan a deambular las figuras espectrales de cartoneros y, en general, recolectores cualquier cosa útil o reducible. Adultos y niños, hombres y mujeres, escarban basureros y bolsas, acompañados muchas veces de sus perros, en busca de alguna sorpresa o, al menos, de lo que les permitirá comer al día siguiente. También termina la jornada de trabajo uno que otro lanza, mientras los barrenderos intentan devolver el orden deshecho por los recolectores.
De tanto en tanto, alguna empleada doméstica, apretando temerosa contra su cuerpo una escuálida cartera, pasa entremedio de todos en busca de la segura luminosidad del Metro.
Al caminar de Estado hacia Ahumada, el paisaje humano cambia levemente. Aparecen los vendedores ambulantes de cuanta chuchería existe, muchos de ellos ciegos o lisiados; los últimos vendedores de las grandes tiendas y farmacias, y uno que otro grupo de oficinistas de "medio pelo", que aún se resisten a llegar a sus casas, dejándose tentar por cualquier bar que encuentren a su paso. También abandonan el lugar los predicadores, mimos y músicos.
En la media cuadra siguiente, que llega hasta la calle Nueva York, el paisaje comienza a cambiar en forma definitiva. Algunos ejecutivos rezagados de las oficinas financieras de los alrededores y los muchos clientes del Club de la Unión, en sus elegantes trajes, se pasean con paso apurado, temerosos que la desdicha de los que dejaron atrás los alcance. Seguramente se dirigen a alguna fiesta de matrimonio o gala de beneficencia. Sobre la vereda reposan, brillantes y pomposos, sus autos de marcas y precios exóticos.
La calle Nueva York es la frontera definitiva de ambos mundos. Separados físicamente por las miradas atentas de los carabineros que desde un furgón con las puertas abiertas vigilan que nadie traspase la linea, y simbólicamente por la distancia mínima e infinita que separa al Club de la Unión de la "Unión Chica".
Si se camina una cuadra más aparece La Moneda. Iluminada. Blanca. Rodeada de banderas. Señorial. Es el símbolo máximo del poder. Éste es el espacio que consolida la separación entre los muchos chiles. Entre el Chile de la riqueza y el poder, y aquel de la miseria y servidumbre.
En La Moneda cohabitan todos aquellos que transitan entre Teatinos y Nueva York. Y lo hacen, qué duda cabe, para servir a quienes tuvieron la mala suerte de hacer sus vidas entre Nueva York y Estado.

martes, 9 de noviembre de 2010

La malla

Por Daniel Casanova

Varias universidades están reformando los estudios de pregrado. Las razones parecen atendibles: acotamiento del tiempo de estudios, articulación horizontal y vertical, movilidad, flexibilidad curricular, pertinencia, mayor sensibilidad a las demandas sociales, entre otras. Suele buscarse ahora un currículum organizado más en torno a los desempeños profesionales o competencias que a los contenidos de las disciplinas. Esto impone graves
desafíos de toda índole a las instituciones y están por verse los resultados.
Ahora bien, a nivel del diseño de la estructura curricular, lo que suele implementarse es otra metodología para llegar a lo de siempre: un rígido entramado de unidades de aprendizaje llamado en Chile malla curricular, en la que se supone que los casilleros ahora no se organizan tanto como contenidos disciplinares, sino en base a las competencias a desarrollar en el futuro profesional. A esa formulación, como siempre, se la clausura normativamente en la ley interna, mediante algún decreto de la autoridad competente que lista las asignaturas -seguramente ahora renombradas como "módulos"- congelándolas y, con ello, se amarra a la comunidad de estudiantes y profesores presente y futura al nuevo diseño.
Pero, ¿y en que quedó lo de flexibilidad?
La flexibilidad curricular puede significar dos cosas: la primera que el estudiante modele en alguna medida su propio "perfil de egreso" y diseñe su propia trayectoria dentro de la oferta formativa existente en su universidad y la segunda, que el profesor pueda acometer al logro de los aprendizajes mediante los contenidos y métodos que prefiera, es decir, que pueda diseñar sus cursos.
Hasta el momento nada de eso se vislumbra en la reforma curricular del pregrado, salvo tal vez, en las innovaciones de estructura curricular a nivel macro de las Universidades de Chile y Católica de Chile.
La razón es simple: se olvida que un plan de estudios es siempre una proposición hipotética y que debe ser capaz de evolucionar.
Lo que se hace es lo contrario. Suele establecerse un perfil de egreso como si fueran las tablas de la ley, se deducen de él las asignaturas (o como quieran ahora rebautizarlas) y se formula el plan de estudios como el listado de asignaturas que el estudiante deberá aprobar en su trayectoria. Por otro, se suele prefijar como parte del diseño, los contenidos, la metodología y la evaluación. O sea, en los nuevos syllabus ya vienen respondidas y empaquetadas las respuestas a las viejas preguntas: que enseñar, como enseñar y como evaluar. No es necesario recalcar la visión tecnocrática y funcionalista que subyace a tales prácticas de diseño curricular.
La reforma curricular del pregrado podría devenir en algo más interesante, si se hicieran algunas cosas: primero, se formularan los planes de estudio no como una malla curricular, sino como un plan propositivo y evolutivo expresado en conjuntos de créditos académicos a cumplir por el estudiante en determinadas áreas y temas, (lo que no obsta para que existan determinadas asignaturas obligatorias); segundo, se trabajara la programación de asignaturas, como el momento de proposición y evolución, ajuste y deliberación de los cursos y las trayectorias estudiantiles; y tercero, se gestionara la inscripción de los estudiantes como el momento de constitución formal de las redes de expertos y de aprendices que buscan trazar su camino formativo.
Lo otro es hacer una nueva malla curricular en base a un nuevo catecismo pedagógico de moda, la que antes de cinco años seguro que declararemos obsoleta y ahí vamos de nuevo.

martes, 2 de noviembre de 2010

Progreso




Basural encontrado en al Cajón de las Leñas, en la cordillera de Rancagua.
El basural es atribuible a la construcción de las centrales de paso de Pacific Hydro en la zona.
Su mayor progreso es haber logrado que "las vacas aprendan a degradar basura humana".