lunes, 21 de diciembre de 2009

Desvergonzados y desmemoriados

José Piñera, el hermano del actual candidato a la presidencia, acusó recientemente a Frei de "uso electoral obsceno" del asesinato de su padre.
Discutir esta frase parece ocioso, no porque ella no pueda ser cierta, sino por lo absurdo de la acusación. Evidentemente el asesinato de un ex presidente es un elemento de juicio en una campaña electoral. No es lo mismo votar por las víctimas que por los victimarios.
En relación a esta frase, sin embargo, vale la pena escribir algunas palabras, en sus dos sentidos: en el electoral y en el de los crímenes.
José Piñera fue dos veces ministro durante la dictadura de Pinochet. Primero del Trabajo y Previsión Social (1978 a 1980) y luego de Minería (1980 a 1981).
Recordará el señor Piñera que mientras él fue Ministro se realizó en Chile el Plebiscito de 1980, que dio por resultado la aprobación de la Constitución de 1980. Imagino que también recordará que en ese período se le negó a la oposición casi toda posibilidad de hacer actos públicos y el acceso a los medios para difundir su opción contraria a la dictadura. Pero la intervención no terminó ahí. Tampoco hubo registro electoral. Incluso el propio general Leigh reconoció que hubo fraude, cosa que después fue demostrada contrastanto el número de votantes con los resultados del censo de 1982: en no pocos lugares aparecieron más votos que habitantes mayores de 18 años.
Por otro lado - y descontando los crímenes que significaron la creación de las AFP's y sus reformas laborales - durante los períodos ministeriales del señor Piñera, fueron asesinados por la dictadura para la cual él voluntariamente trabajaba 64 personas, de acuerdo al Informe de la Comisión Verdad y Reconciliación. Desgraciadamente no se disponde de una estadística similar respecto de los detenidos y torturados, pero es posible estimar que deben haber sido unas cuantas centenas (el Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura establece que entre 1978 y 1990 fueron detenidas un total de 4.308 personas).
La pregunta que se podría plantear en este punto, es ¿cómo es posible que una persona con ese pasado pueda emitir un juicio acerca del uso electoral del asesinato del presidente Frei Montalva, con tal desfachatez y total impunidad? Es decir, ¿sin recibir de vuelta el una amplia reprobación social?
La respuesta, más allá de la operación blanqueo que ha tratado de armar acerca de su propia historia personal, tiene que ver con que uno de los éxitos de la derecha chilena fue poner la muerte y tortura de los opositores a Pinochet a la misma altura moral que los supuestos logros económicos y políticos. Es decir, como un costo razonable y necesario.
Permitir esto ha sido, sin duda, una de las grandes debilidades políticas de la Concertación y de su trabajo de la memoria.
Pero de ahí a que uno de los ex funcionarios de la dictadura siga actuando como personaje público a costa de este tipo de juicios, parece, de parte de él, una desvergüenza y, de la nuestra, un exceso de desmemoria.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Carta a la izquierda progresista

Queridos compañeros de izquierda progresista,

me dirijo a ustedes para felicitarlos. En primer lugar, por su trabajo. Gracias a su esfuerzo llevaron a buen término la candidatura de Marco, aun cuando perdieron a todos los soldados parlamentarios. Pero bueno, es deber de un soldado morir por sus superiores.
En segundo, por su consecuencia. Por insistir en que los votos de Marco no son endosables a ninguno de los candidatos, porque "no son la esperanza de un país distinto". Bueno, salvo por lo que insinuó cuando dijo que tal vez, si renunciaban los presidentes de partidos de la Concertación.... Pero bien sabemos que éste puede haber sido un lapsus en el fragor de la batalla.
Pero además les escribo para plantearles algunas inquietudes que tengo, como compañero de izquierda conservadora que no logra comprender muy bien a la progresista (posmoderna, como suelen llamarla con mala leche).
La primera duda se refiere a la posibilidad de ser de izquierda con apoyos transversales y sin partidos. Es decir, apoyados por gente de derecha y por otros tantos de izquierda que sienten una atracción genética por ser Marco hijo de quien es, y no por ideas. Antes, al menos lo que recuerdo, los proyectos de izquierda y de derecha eran excluyentes, porque se diferenciaban en el tipo de sociedad que se quería construir y en el modo de lograrlo.
La otra duda se refiere a la renuncia a negociar con la Concertación y facilitar así la llegada de la derecha el gobierno. Puede ser que ello se deba a una estrategia de largo plazo: agudizar las contradicciones del capitalismo y lograr, si no hacer la revolución, ganar el 2014 por la vía electoral. Si fuera así, es comprensible, salvo por las implicancias que ello podría tener para los pobres. No digo que se vayan a empobrecer aún más, ya que la derecha no será tan idiota como para reducir las ayudas sociales. Al contrario, será lo suficientemente inteligente para seguir acrecentando la ya insalvable distancia que los separa de ellos.
En este punto me pregunto además cómo es posible que una izquierda progresista soslaye la cuestión moral de entregar el poder a quienes trabajaron con y para la dictadura. Coincido en que sobre la Concertación se pueden decir muchas cosas, pero en esto sí tiene una distancia moral con la derecha. También concuerdo en que ésta es una duda retrógrada cuando de lo único que se quiere hablar es del futuro. Pero tal vez en este aspecto se necesite recordar el pasado.
He tratado de responderme esta última pregunta pensando que los generales de Marco (él incluido) no vivieron mucho en Chile, como Marambio, o su vocero, Álvaro Escobar, o su padre adoptivo. Y que, por lo mismo, no tienen esa aversión a la derecha pinochetista que aún tenemos quienes vivimos toda la dictadura acá.
Pero no quiero aburrirlos, sino sólo plantearles dudas que me cuesta responder. En ocasiones me pregunto si lo sucedido tiene que ver con construir otro tipo de sociedad, como aún pensamos los más conservadores que es posible, o si se trata sólo de una clásica purga entre cúpulas, en la que en esta oportunidad el objetivo no es ganar, sino hacer que el otro pierda. Y en la que los pobres no representan mucho más que un voto.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Marco ¿el ingenuo?

Más allá de las caricaturas que se han hecho, a juicio de los entendidos desde la época del cura de Catapilco que la derecha chilena no había logrado montar una operación electoral tan exitosa como la que rodea a Marco Enríquez-Ominami.
Antonio Zamorano Herrera fue párroco de Catapilco (V Región) entre 1940 y 1956. Ese año resultó electo senador por Valparaíso y Quillota; cargo que desempeñó hasta 1961. En 1958 se postuló como candidato a la Presidencia de la República, obteniendo sólo 41.244 votos (3,36%). Sin embargo, ellos bastaron para evitar que Allende ganara y permitieron que Jorge Alessandri fuera elegido por 30 mil votos.
Esa especie de "cuña electoral" fue construida y patrocinada en gran medida por la derecha y logró confundir a parte importante del electorado de izquierda, dado su origen popular y militancia socialista.
Algo similar - dicen - ha ocurrido con MEO. La derecha lo ha puesto en los medios (en su mayoría de su propiedad) de manera permanente, dándole una cobertura superior a otros candidatos. Lo mismo ha hecho con la presidenta Bachelet. Sin querer desmerecer su gestión, lo que se ha intentado es realizar una operación "tijera", que ha instalado al candidato actual de la Concertación en el punto de cruce entre la popularidad de la presidenta y MEO. El objetivo es simple: dejarlo sin apoyo al poner a su lado a ambos (cosa nada difícil, pensando en la precariedad del candidato).
¿Cuál es la apuesta de la derecha? Que en la segunda vuelta gran parte del electorado de centro, que ahora está con Frei por su vínculo con la Concertación, no votará por MEO. Algunos han llegado a señalar, que de pasar éste el resultado será al menos 40 a 60.
Pero también hay quienes sostienen que MEO sabe que no pasará a segunda vuelta. Aquí las opiniones se dividen. Están quienes piensan que en esas circunstancias finalmente se alineará con Frei. El precio será el habitual: un par de ministerios, intendencias, gobernaciones y una que otra embajada. Para su padre adoptivo, por ejemplo, quien al parecer perderá la elección de senador y - dicen - añora París.
Otros creen que MEO intentará armar una nueva izquierda con mayor identidad y distanciada del centro político (y que esa sería la apuesta de Chávez y Correa, e incluso Fidel, quienes han contribuido con un generoso financiamiento, del que Marambio no sería mucho más que el estafeta). Esto, sin embargo, no se ve fácil, ya que si Frei pierde habrá varias boletas por cobrar.
Además, porque sus propuestas no son de izquierda, ni mucho menos sus adherentes. Es más bien una mixtura de orígenes e intereses que se ha apropiado del discurso más clásico de la derecha: el discurso anti-política.
En síntesis, no está claro si MEO es un tipo de una lucidez tal que le permite proyectar esta elección mucho más allá de su contingencia o si su vanidad lo lleva a rayar en la estupidez y no ve la operación que hay detrás de su campaña.
Es decir, si bajo todo ese desplante hay una gran estrategia, pragmatismo o una enorme ingenuidad política.
Como sea, el enigma se descifrará pronto.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Verdad y justicia

"Cuando se trata de la verdad y la justicia, no existe la distinción entre pequeños y grandes problemas".

Albert Einstein


("Wenn es sich um Wahrheit und Gerechtigkeit handelt, gibt es nicht die Unterscheidung zwischen kleinen und großen Problemen"
Nathan, O., und H. Norden (Ed.) (1955): Einstein on Peace. Londres 1963, p 636.)