miércoles, 1 de enero de 2014

PSU y neoliberalismo

A más de alguien se le antojará que esta relación es forzada.
Y Puede ser. Pero aun así quiero escribir sobre ella.
Dos imágenes se me aparecen cuando pienso en las discusiones que han seguido a la rendición de la Prueba de Selección Universitaria. Una de ellas es la romper el termómetro. La otra es la del Estado Subsidiario.
La primera imagen es archiconocida y estos días ha sido repetida sin cesar por un sinnúmero de personas: la PSU no sirve como prueba de selección universitaria. Los conocimientos que pretende medir se distribuyen desigualmente en la sociedad dependiendo del tipo de colegio en que se estudió: particular pagado, particular subvencionado o municipal. Por lo mismo, lo que la prueba hace es reproducir en sus resultados la pirámide socio educativa chilena.
En este punto aparecen todo tipo de expertos, gurúes y otros, a anunciar la necesaria muerte de la prueba. Hay quienes incluso piden que se vuelva a medir aptitudes, olvidando que la PAA fue eliminada precisamente con el mismo argumento. Se exige también la generación de mecanismos complementarios de admisión, como entrevistas. Lo que no se dice o no se piensa, es que una idea como esa no hará más que agravar las diferencias sociales existentes, ya que sólo quienes tengan recursos suficientes podrán viajar por Chile rindiendo pruebas o entrevistas presenciales en las universidades de su preferencia.
Así, año a año, en lugar de exigir que se elimine la injusticia educativa, se pide que se rompa el termómetro. Esto habla no sólo de lo corto de vista que somos, sino principalmente, de nuestra poca capacidad y voluntad de imaginarnos una educación mejor y más justa.
La otra idea, la del Estado Subsidiario, se expresa - a mi juicio - en la lógica con que tratamos de resolver este problema. La idea neoliberal del Estado Subsidiario quedó estampada en la Constitución del 80, en el artículo 19. Aunque este artículo ofrece garantizar a los ciudadanos una serie de derechos, lo que de verdad asegura es que el Estado no tendrá atribuciones para actuar directamente en áreas donde exista actividad privada. Por lo mismo, su acción es indirecta y compensatoria de las deficiencias privadas.
Es esta ideología - más allá de los populismos contingentes - la que explica que la política pública destinada a los más pobres, en muchos ámbitos, se articule por la vía de bonos. Su extremo y también su expresión social más cruel es la idea del chorreo; que no es más que esperar que, por evolución natural, una vez que los beneficios desborden la capacidad de los más ricos de absorberlos, se derramen hacia los más pobres. Y si no es así o tarda mucho, entonces el Estado aparece en forma de subsidio.
De ese modo, en lugar de intervenir, por ejemplo, directamente el mercado laboral por la vía de regulaciones, incentivos y actividad económica propia, lo que el Estado hace es compensar indirectamente sus deficiencias. Es decir, en lugar de implementar medidas estructurales, resuelve contingencias (bono para la parafina en invierno, etc.)
Esta misma lógica ha permeado nuestra forma de entender la educación y la PSU. A mi juicio, también contribuye a explicar el comportamiento de algunas instituciones y del sistema de educación superior en general. Dado que no somos capaces, no queremos o no podemos cambiar el sistema educativo primario y secundario, tomamos medidas paliativas para compensar a los más desfavorecidos al momento de ingresar a la educación superior.
Así, algunas instituciones han aumentado las ponderaciones de las notas de enseñanza media en las carreras más demandadas por mujeres, porque ellas obtienen calificaciones más altas que sus compañeros hombres. Lo mismo la ponderación de la prueba matemáticas en algunas ingenierías, demandadas preferentemente por hombres. El ranking de notas, del cual tanto se ha hablado en el último tiempo, no es algo distinto de lo descrito.
En otras palabras, dado que no queremos sanar al enfermo, ni tampoco podemos romper totalmente el termómetro, lo que hemos decidido es restar un par de grados a la fiebre que afecta a los más desfavorecidos.