Finalmente Piñera dio a conocer su gabinete.
No hay mucho que decir que no se haya dicho: premios de consuelo para los perdedores de las parlamentarias, muchos amigos, bastantes empresarios, escasas mujeres, uno que otro resucitado del pinochetismo, un lacayo de palacio y un tránsfuga de la Concertación.
Todo adecuadamente recubierto de la idea del gobierno de unidad nacional, legitimado con un par de postgrados y una aparente independencia de los partidos.
La jugada no es mala y es consecuente con el discurso del último tiempo. Deja, sin embargo, varias preguntas en el aire. Entre ellas la más importante es ¿cuánta ropa y a qué precio le van a prestar sus partidos cuando se produzca la primera crisis ministerial?
Ninguna sorpresa significativa. El gabinete representa muy bien a la derecha chilena y refuerza la idea de que ella no ha logrado convertirse en un sector político autónomo que trascienda significativamente a la clase alta, al empresariado, al conservadurismo y al autoritarismo.
Un banquete para la Concertación y los sindicatos, que de inmediato salieron pedir que se terminen las participaciones en directorios y empresas, y que den garantías de que no habrá conflictos de intereses, ni económicos ni ideológicos.
Algunas de las nominaciones que no pueden dejar de mencionarse son la de Ena von Baer, quien estuvo a menos 700 votos de convertirse en la senadora más joven del país. Pero no es por eso que es interesante su nominación, sino por ser una mala copia de lo que hizo Bachelet con Carolina Tohá y, luego, con Pilar Armanet. Mujeres relativamente jóvenes y de probada inteligencia. Von Baer, tiene mucho de lo primero; ahora deberá demostrar lo segundo.
Otra nominación curiosa es la de Cristián Larroulet. Un desentierro del pinochetismo: estuvo entre los discípulos de Kast y trabajó en ODEPLAN. Desde la Secretaría General de la Presidencia será el encargado de articular las relaciones con el Parlamento; compuesto aún por varios políticos a los que su anterior gobierno persiguió.
El nombramiento más interesante, sin embargo, es el de Joaquín Lavín en Educación. Tanto que merece algunas palabras adicionales.
Me parece que lo particular de su nominación no tiene que ver con que haya trabajado para Pinochet, sea dueño de una universidad o pertenezca al Opus Dei. Lo interesante es que probablemente sea un regalo envenenado de los compañeros de coalición para sepultar de una vez por todas sus aún latentes pretensiones presidenciales.
Por fortuna para él la vara en esta cartera ministerial ha quedado especialmente baja. Pero el sólo hecho de ser quien es, será un gran incentivo para que los estudiantes y profesores vuelvan a la calle.
Esta historia recuerda al nombramiento de Germán Correa en el Ministerio del Interior el 94, al asumir Frei. Correa venía a suceder a Krauss y era el primer socialista en el cargo, nombrado por un DC. Hasta el menos suspicaz de los analistas sabía lo que eso significaba, en especial cuando se acercara el 11 de septiembre.
Cayó en el primer cambio de gabinete de Frei, el 21 de septiembre, luego de protagonizar días antes un glamoroso viaje en carroza junto al Presidente.
No hay mucho que decir que no se haya dicho: premios de consuelo para los perdedores de las parlamentarias, muchos amigos, bastantes empresarios, escasas mujeres, uno que otro resucitado del pinochetismo, un lacayo de palacio y un tránsfuga de la Concertación.
Todo adecuadamente recubierto de la idea del gobierno de unidad nacional, legitimado con un par de postgrados y una aparente independencia de los partidos.
La jugada no es mala y es consecuente con el discurso del último tiempo. Deja, sin embargo, varias preguntas en el aire. Entre ellas la más importante es ¿cuánta ropa y a qué precio le van a prestar sus partidos cuando se produzca la primera crisis ministerial?
Ninguna sorpresa significativa. El gabinete representa muy bien a la derecha chilena y refuerza la idea de que ella no ha logrado convertirse en un sector político autónomo que trascienda significativamente a la clase alta, al empresariado, al conservadurismo y al autoritarismo.
Un banquete para la Concertación y los sindicatos, que de inmediato salieron pedir que se terminen las participaciones en directorios y empresas, y que den garantías de que no habrá conflictos de intereses, ni económicos ni ideológicos.
Algunas de las nominaciones que no pueden dejar de mencionarse son la de Ena von Baer, quien estuvo a menos 700 votos de convertirse en la senadora más joven del país. Pero no es por eso que es interesante su nominación, sino por ser una mala copia de lo que hizo Bachelet con Carolina Tohá y, luego, con Pilar Armanet. Mujeres relativamente jóvenes y de probada inteligencia. Von Baer, tiene mucho de lo primero; ahora deberá demostrar lo segundo.
Otra nominación curiosa es la de Cristián Larroulet. Un desentierro del pinochetismo: estuvo entre los discípulos de Kast y trabajó en ODEPLAN. Desde la Secretaría General de la Presidencia será el encargado de articular las relaciones con el Parlamento; compuesto aún por varios políticos a los que su anterior gobierno persiguió.
El nombramiento más interesante, sin embargo, es el de Joaquín Lavín en Educación. Tanto que merece algunas palabras adicionales.
Me parece que lo particular de su nominación no tiene que ver con que haya trabajado para Pinochet, sea dueño de una universidad o pertenezca al Opus Dei. Lo interesante es que probablemente sea un regalo envenenado de los compañeros de coalición para sepultar de una vez por todas sus aún latentes pretensiones presidenciales.
Por fortuna para él la vara en esta cartera ministerial ha quedado especialmente baja. Pero el sólo hecho de ser quien es, será un gran incentivo para que los estudiantes y profesores vuelvan a la calle.
Esta historia recuerda al nombramiento de Germán Correa en el Ministerio del Interior el 94, al asumir Frei. Correa venía a suceder a Krauss y era el primer socialista en el cargo, nombrado por un DC. Hasta el menos suspicaz de los analistas sabía lo que eso significaba, en especial cuando se acercara el 11 de septiembre.
Cayó en el primer cambio de gabinete de Frei, el 21 de septiembre, luego de protagonizar días antes un glamoroso viaje en carroza junto al Presidente.