Antiguamente en el campo se decía que a algunas mujeres les atraían los "botones dorados", para referirse en forma irónica a los carabineros, y a sus bien planchados uniformes verdes, de vistosos y brillantes botones.
Esta parece una buena metáfora para tratar de explicar, en parte, lo que pasa hoy en Chile.
A más tardar el sábado en la tarde quedaron claras dos cosas: que la derecha se ha instalado en el poder como sólo ella sabe hacerlo y que comparte con las campesinas una especial pasión por los botones dorados. Y, en general, por todo lo que tenga relación con lo militar.
Piñera aún no asumía el mando cuando su gente ya requería el regreso de los uniformados a las calles, en las ciudades afectadas por el terremoto. Cuando llegó a la presidencia prorrogó el estado de excepción e incluso señaló que solicitaría la presencia militar durante todo el período que dure la reconstrucción.
Un segundo hito en su campaña por la "seguridad y el orden público" lo marcó el día del joven combatiente, que conmemora cada año el asesinato ocurrido en Villa Francia (1985) de los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo. En esta ocasión se cumplían 25 años, por lo que se esperaban mayores dificultades. Piñera visitó a Carabineros en la prefectura de Santiago Centro, se reunió con su general director y expresó su pleno apoyo a su labor.
Para mantener el prometido orden público se hizo un despliegue policial inaudito, incluido un helicóptero que vigiló de manera permanente los actos. En Concepción, por cualquier cosa, se ordenó incluso la reposición del toque de queda.
El punto culminante lo marcó el despliegue de carabineros para la celebración del 1º de mayo. Centenas de carabineros tenían acordonado el lugar donde se realizaría el acto y mantenían vigilado un perímetro de al menos unas diez cuadras. Me tocó ir en la mañana al terminal de buses y pude ver como carabineros hacía control de identidad y revisaba mochilas, poniendo especial atención a los rostros morenos, los pelos largos y las ropas ajadas.
El acordonamiento del lugar era tal, que incluso en partes no se podía acceder al metro y para llegar al lugar del acto había que hacer grandes rodeos, ya que no se permitía el acceso directo. La presencia de carabineros era abrumadora, invasiva y agresiva. Pero sobre todo innecesaria.
Pero qué duda cabe, es la forma más visible que tiene la derecha de mostrar que la situación cambió. Que son ahora ellos quienes tienen el sartén por el mango y que lo van a usar.
Luego de ambos actos el ministro Hinzpeter expresó su satisfacción porque se había logrado mantener el orden público y la seguridad de la "gran mayoría de la población, que quiere vivir en paz".
Esto refleja, que duda cabe, la histórica pasión de la derecha por los botones dorados, que gusta de verlos no sólo adornando chaquetas, sino principalmente las calles.
A propósito, al día siguiente, el domingo, robaron en mi departamento. Es una pena que carabineros no haya mostrado ni una décima parte de la diligencia que exhibió el día antes para reprimir.
Esta parece una buena metáfora para tratar de explicar, en parte, lo que pasa hoy en Chile.
A más tardar el sábado en la tarde quedaron claras dos cosas: que la derecha se ha instalado en el poder como sólo ella sabe hacerlo y que comparte con las campesinas una especial pasión por los botones dorados. Y, en general, por todo lo que tenga relación con lo militar.
Piñera aún no asumía el mando cuando su gente ya requería el regreso de los uniformados a las calles, en las ciudades afectadas por el terremoto. Cuando llegó a la presidencia prorrogó el estado de excepción e incluso señaló que solicitaría la presencia militar durante todo el período que dure la reconstrucción.
Un segundo hito en su campaña por la "seguridad y el orden público" lo marcó el día del joven combatiente, que conmemora cada año el asesinato ocurrido en Villa Francia (1985) de los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo. En esta ocasión se cumplían 25 años, por lo que se esperaban mayores dificultades. Piñera visitó a Carabineros en la prefectura de Santiago Centro, se reunió con su general director y expresó su pleno apoyo a su labor.
Para mantener el prometido orden público se hizo un despliegue policial inaudito, incluido un helicóptero que vigiló de manera permanente los actos. En Concepción, por cualquier cosa, se ordenó incluso la reposición del toque de queda.
El punto culminante lo marcó el despliegue de carabineros para la celebración del 1º de mayo. Centenas de carabineros tenían acordonado el lugar donde se realizaría el acto y mantenían vigilado un perímetro de al menos unas diez cuadras. Me tocó ir en la mañana al terminal de buses y pude ver como carabineros hacía control de identidad y revisaba mochilas, poniendo especial atención a los rostros morenos, los pelos largos y las ropas ajadas.
El acordonamiento del lugar era tal, que incluso en partes no se podía acceder al metro y para llegar al lugar del acto había que hacer grandes rodeos, ya que no se permitía el acceso directo. La presencia de carabineros era abrumadora, invasiva y agresiva. Pero sobre todo innecesaria.
Pero qué duda cabe, es la forma más visible que tiene la derecha de mostrar que la situación cambió. Que son ahora ellos quienes tienen el sartén por el mango y que lo van a usar.
Luego de ambos actos el ministro Hinzpeter expresó su satisfacción porque se había logrado mantener el orden público y la seguridad de la "gran mayoría de la población, que quiere vivir en paz".
Esto refleja, que duda cabe, la histórica pasión de la derecha por los botones dorados, que gusta de verlos no sólo adornando chaquetas, sino principalmente las calles.
A propósito, al día siguiente, el domingo, robaron en mi departamento. Es una pena que carabineros no haya mostrado ni una décima parte de la diligencia que exhibió el día antes para reprimir.
1 comentario:
jueeee (exclamación sureña) ¿Y que te robaron?¿Se salvó aquel libro?
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