lunes, 17 de mayo de 2010

Ahondando las diferencias

Desde hace varios días en la prensa se discute la propuesta de Piñera de crear una red de 50 liceos públicos de excelencia, en 50 comunas de Chile. Proyecto que, como casi todo en este país, debió cambiar los plazos que se había fijado originalmente producto del terremoto.
A pesar de ello el Presidente ya le indicó a su Ministro de Educación que a marzo de 2011, 15 de ellos deberían estar funcionando. Lavín, el ministro, con su obsecuencia de "mateo" y sus pretensiones de emular a Bachelet (a propósito de las metas que le fijaba Lagos cuando era Ministra de Salud) se apresta obedientemente a satisfacer a su jefe.
La idea, a juicio de los nuevos gobernantes, es generar espacios educativos de excelencia para los alumnos destacados del sector público que no puedan acceder a mejores opciones privadas. En la base de la propuesta se encuentra lo que el propio programa del candidato Piñera declaraba en relación a la educación, señalándola como "fundamental para lograr el progreso de un país y para avanzar hacia una sociedad más libre y equitativa".
La pregunta que se debe plantear es si la creación de estos liceos contribuye a generar una sociedad más equitativa, como el gobierno dice pretender.
No cabe ninguna duda, ni tampoco viene al caso ahondar sobre ello, que la educación pública se encuentra muy por detrás de la privada. En muchos aspectos: inversión en infraestructura, remuneraciones y calidad de los profesores, rendimiento de los estudiantes, etc. Pero ¿una idea como la del nuevo gobierno soluciona las desigualdades sociales existentes?
Me parece que no. Lo que esto provocará es exactamente lo contrario. Ahondará las diferencias. Y no las deseables, relacionadas con la libertad de elección, sino aquellas provocadas por las condiciones de origen.
Para entender este problema no hay que pensar en los alumnos beneficiados con los nuevos liceos de excelencia, sino en quienes no llegarán a ellos (y en sus familias). ¿Qué les diremos? "Mire, lo que pasa es que la calidad en este país no alcanza para todos los pobres", "sucede que el Estado financia y privilegia sólo a los mejores y su hijo/a no pertenece a ellos/as".
La clave de esta situación no está en la supuesta excelencia, ni en potenciar a quienes tienen mejores rendimientos, sino en instalar en los sectores más pobres dos de los principios básicos del pensamiento de derecha. Por una parte, la idea de la competencia como motor del quehacer humano, por otra, de que cada uno debe aspirar a lo que le corresponde (lo que, evidentemente, es decidido por alguien que no son ellos).
Así, habrá que esforzarse por estar entre los mejores, entre los ganadores de los perdedores, para demostrarle a los patrones que no se es lo que se es.
¿Si no fuera así, entonces, porqué no invertir en que todos los liceos públicos chilenos sean de excelencia?
Porque, supongo, que una de las tareas centrales estará dada por la inversión que el Estado chileno hará para producir la diferencia entre la educación pública de primera y la de segunda. ¿O me equivoco?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Columna a parte merece la educación secundaría. En vista de la masificación y lucro, propongo:

Abrir cupos de carrera universitaria a los alumnos de excelencia (con AFI). Los demás, que quieran estudiar pueden acceder a educación técnica en CFT. De esta forma, cambiamos la pirámide invertida (1/3 profesionales versus técnicos) respecto de los países desarrollados

Lejos de ser una propuesta “fascista” y cercana a la lógica libremercadista, se trata de un modelo de mayor equidad: mayor rentabilidad de las carreras técnicas (carreras más cortas y mejor acceso a la educación superior), y menos lucro de parte de las instituciones de educación superior.

El problema de la desigualdad social de base, que este modelo puede venir a perpetuar, tendría que ser solucionado mediante estos liceos de calidad que aseguren la competitividad de los estudiantes de colegios públicos, versus los estudiantes de colegios privados.

Anónimo dijo...

Ups, acabo de verlo luego de comentar el otro post del artículo de tu amigo.
Me quedan grandes dudas...
¿Qué definen por excelencia?
Será acaso mas infraestructura espectácular....
Porqué no se toman medidas como el eliminar la posibilidad de que sigan egresando profesores de sábado, que tanto a enriquecido a un buen grupo de universidades. Haciendo cada vez más de la pedagogía una salida profesional fácil y cómoda, en vez de algo vocacional.
Ponerse riguroso con el tema de la evaluación docente, que la concertación no pudo a causa de que los profesores usaron su poder como gremio para escabullirse. Esta bien mejorar los sueldos de los profes, es necesario, pero también es necesario evaluaciones periódicas y rigurosas de quienes cumplen tan importante y noble servicio.
¿Qué serán estos centros de excelencia? Me suena tanto a lo que te comento en el otro post, de cuando separaron científicos de humanistas, y los humanistas no eramos los excelentes en la lógica economica que prima, así que daba igual no tuvieramos clases.
Seguro pasará igual acá, quienes no sean de un establecimiento de excelencia, darán igual a sus docentes y al sistema
¿Y quiénes no vivan cerca de un establecimiento de excelencia...? ¿Aunque cumplan los criterios serán de los no excelentes por aprte del sistema?
Pufff, peligroso el tema, ya me molesta bastante como los docentes separan alumnos buenos de malos, sin considerar temas como familia de origen, historia personal del alumno, habilidades congnitivas específicas. Y claro como van a hacerlo muchos lidiando con un montón de estudiantes, pero tb caen en esto docentes con grupos pequeños y no tan suaturados laboralemente, porque es como el mismo sistema les ha enseñado a pensar. De por si el sistema educativo ya tiene sus sesgos, y este tipo de categorizaciones los acentúan, sin duda.
Ya nos estarás dando noticias.
Saludos
Marcela

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