lunes, 22 de junio de 2009

¿Lucrar o no lucrar?

Esta pregunta, que históricamente ha devanado los sesos de economistas y políticos, en Chile fue resuelta sin mayor duda: todas las actividades humanas son susceptibles de lucro.
No importa del ámbito del quehacer social que se trate, con algo de ingenio y "emprendimiento" es posible obtener ganancias. Del mismo modo que se hace con una fábrica de ollas, tornillos o servicios de distinta especie, es posible, entonces, hacerlo con la salud, las pensiones, la educación o el transporte público.
¿Cuál podría ser la diferencia entre vender una olla y atender a un enfermo? o ¿entre producir un tornillo y enseñar a leer? ¿No es acaso posible en ambas situaciones generar un margen de ganancia para los accionistas o dueños de la empresa? Por otra parte, si se está dispuesto a pagar por una olla con mayor razón se debería estarlo para sanarse o educarse.
Es posible que alguien considere que es exagerado hacer esta comparación. Pero ¿por qué debería serlo si en ambos casos es posible lucrar?
No se trata, sin embargo, de demonizar o negar el lucro, todo lo contrario: éste es un importante motor de iniciativa que impulsa la construcción de riqueza y bienestar.
De lo que se trata es de definir los ámbitos de la vida en que éste es social y éticamente deseable, útil o aceptable.
Es recién en ese punto de inflexión cuando surge la diferencia entre una olla y la salud.
Matemáticamente se podría expresar de la siguiente manera: si un servicio o producto se vende a 10, pero se hace con 7 a fin que los accionistas o dueños ganen 3, significa dos cosas: a) que el servicio o producto no costaba 10 sino 7, y b) que pagando 10 se le podrían agregar otros beneficios adicionales con los 3 restantes.
Esto, que en el caso de la olla es irrelevante, no lo es cuando alguien está enfermo, debe jubilar, quiere estudiar o debe desplazarse en la ciudad para ir a trabajar. En otras palabras: ¿por qué cobrarle a alguien que está enfermo 10, si sanarle vale 7? ¿es ello ético? Peor aún: ¿qué sucede si no tiene los 3 de diferencia? o ¿por qué cobrar 10 por una enseñanza que vale 7? ¿no sería mejor para todos darle una educación por el valor total que paga?
En Chile se ha logrado instalar socialmente la idea de que todos los ámbitos de la actividad humana son susceptibles de un manejo económico con fines de lucro. Ello tiene varias implicancias en la forma de pensarnos a nosotros mismos. Producto de esto nos estamos convenciendo: a) que es posible rentabilizar todas las actividades humanas, b) que, en el extremo, es posible privatizarlas todas, y c) que no resulta razonable que el Estado decida gastar parte de los impuestos en actividades no rentables y cuyo mayor valor es su sentido de bien público.
La peor consecuencia es, sin embargo, otra: es hacernos creer que todas las actividades y circunstancias humanas están al mismo nivel. En el ejemplo inicial: que es lo mismo producir una olla que sanar, asegurar la vejez, educar o movilizar a alguien a su trabajo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante,por fin te leo... desde mi norboor.

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