lunes, 3 de junio de 2013

Dos historias para amenizar la mañana



La primera ocurrió hoy, a las 6:42, en Valdivia:

-  “Aló, señorita, yo había pedido un radiotaxi para hoy a las 6:40 y aún no llega”,

-  “Lo siento señor, pero no tengo ningún taxi que mandarle”

-   “Pero señorita, usted me tiene que avisar, yo pedí el taxi anoche y tengo que tomar un bus a las 7:00”

- “¿Y a dónde quiere que le avise?”

-  “Pero señorita, usted debería registrar los números de teléfono”

-  “Yo no tomé su llamado”

-   “Ya, ¿y qué hago ahora señorita?”

-  “Llame a otra línea, a lo mejor tienen un taxi.”

-  “Ya, muchas gracias señorita, hasta luego”

-  “Hasta luego”

La conversación no merece muchos comentarios. Salvo, tal vez, señalar que la señorita, y más precisamente los dueños del servicio de radio taxi 2230023 de Valdivia, no entienden que su negocio se basa en la confianza. En la confianza de que van a llegar cuando deben, a donde deben y que uno será trasladado a una tarifa justa.
La segunda historia también ocurre en Valdivia, un par de minutos más tarde.
El Tur Bus de la 7:05 toma la salida norte y enfila rumbo a Santiago. A poco andar se encuentra con un minibus estacionado ocupando parte de su pista. El chofer del bus no reduce la velocidad y pasa destrozando el espejo del minibus. Luego de eso comienza a acelerar, seguramente para que cuando el otro chofer regrese y se dé cuenta, ya sea demasiado tarde y no tenga posibilidad de saber quién fue.

Lo que el chofer del Tur Bus no entiende o no le interesa es que uno no quiere viajar en buses que anden volando espejos. Todo lo contrario, uno quiere viajar con tranquilidad y la certeza que nadie hará estupideces que a uno lo pongan en riesgo.

El común denominador de ambas historias es la irresponsabilidad y la impunidad de sus protagonistas: la empresa de taxi y ambos choferes (uno por estacionarse donde no debe y el otro por volar el espejo y huir).

Los teóricos del mercado dirán, seguramente, que este tema se resuelve con sus mismas leyes: uno no usa más el servicio de taxi y tampoco el de bus, y a la larga mejoran o quiebran. Puede ser, pero a esas alturas uno ya llegó atrasado a todas partes, lo pasó pésimo, y la irresponsabilidad permanece impune.

Por lo demás, de seguro el radio taxi no tiene ni siquiera un lugar donde hacer un reclamo y en la página de Tur Bus esa aplicación no funciona (ya la probé).

Tengo un querido amigo en Temuco, que vivió muchos años fuera de Chile. Luego de regresar a instalarse acá, siempre me decía que él entendía este país como la mezcla perfecta entre Holanda y Mallorca: pocos habitantes y harta playa. Pero que más allá de eso, no se podía tener más expectativas, ni tomarlo en serio.

Las primeras veces que me lo dijo encontré que era un poco despectivo, pero con los años he llegado a pensar que su intuición no sólo era correcta, sino que cada día nos interpreta mejor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido Enrique,
hay una tercera vía a tu dilema. Podrías comentarle al chofer, que el cometió una falta y recomendarle que reporte el "incidente" a la policía. Muy probablemente te va a mandar a la c... de tu ..., pero cuando le viene la carta del fiscal, demandando a declarar sobre el accidente, quizas presta mas atención y cuidado. Quizás es que soy un alemán naivo que creo demasiado en las instituciones. Pero, creo que al final es una manera muy linda de hacer estado, si los damnificados (tanto los que sufren el micro como aquellos que se encuentran con su auto chocado) levanten la voz. En este sentido te felicito por este texto. Cuando vaya a Valdivia te prometo llamar a la empresa advirtiendole de su falta y demandando responsabilidad...
Manuel

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