Habitualmente este blog no felicita a la derecha política. Al contrario, la critica por su mirada simplista y excluyente de la sociedad. Y, por sobre todo, por su inclemente capacidad de imponer por la fuerza de las armas o del dinero, puntos de vista y realidades destinadas sólo a favorecerla y reproducirla.
Sin embargo, en esta ocasión parece necesario reconocerle a la derecha un valor: su consecuencia.
No se trata de una ironía como las que habitualmente pueblan estas páginas. Al contrario, las felicitaciones son honestas. Explico porqué.
Éste es sin duda el peor momento del gobierno de Piñera. Las encuestas lo sitúan a ras de suelo. La gente no sólo no le cree, sino que lo rechaza. Sus ministros, salvo un par de excepciones, van en caída libre. El mismo Presidente ha debido salir a explicar que no le importan los resultados en las encuestas, sino lo que su gobierno está dispuesto a hacer por el bien de Chile.
Creo que hay dos formas de ver esto. Por un lado, pensar efectivamente que no le importan las encuestas, ya que los negocios que harán en estos años serán tan grandes que le asegurarán a la elite de derecha su reproducción económica por las siguientes décadas en que no volverán al poder.
Por otro, uno podría pensar que su idea acerca del desarrollo y bienestar del país es sincera y que, por lo mismo, están dispuestos a pagar los costos que sea por llevarla adelante.
En cualquiera de los dos casos hay un hecho evidente: éste podría haber sido el momento ideal para sucumbir a la tentación del populismo. Podría haber prometido cualquier cosa. Además, tiene el dinero para hacerlo, ya que los ahorros del cobre están disponibles para todo tipo de insensatez.
Pero no lo ha hecho, al menos hasta ahora. Ya sea por consecuencia con sus objetivos económicos o por su convicción sobre la forma que debe adoptar el desarrollo. Como sea, no lo hizo. No se ha dejado tentar por el populismo con el fin de hacerse querida por quienes hoy la rechazan y proyectar posibilidades electorales futuras. Esto, sin duda, merece una felicitación. Aún cuando uno no comparta sus preceptos.
La situación general, sin embargo, es compleja. Si bien la derecha y antes la Concertación, se han subordinado a las mezquinas posibilidades de la macroeconomía para ajustar sus promesas y su política a la "medida de los posible", ello deja un campo infinito para que algún tipo de caudillo populista aproveche la disconformidad general que se está expresando, y la canalice por la vía de la promesa fácil.
Tal vez quien está más cerca de ello sea MEO. Que insiste en aparecer de tarde en tarde ofreciendo financiamientos, matrimonios, impuestos y plebiscitos, a diestra y siniestra. Nada contra la oferta, sino contra su extemporaneidad. No hay que olvidar que fue un honorable diputado de la república y que llegado los momentos de inflexión guardó respetuoso silencio frente al statu quo.
A pesar de ello, no deja de ser preocupante su oportunista presencia. De hecho, las banderas del PRO (su propio partido) fueron prácticamente las únicas que flamearon durante las protestas estudiantiles. En una esquina, medio escondidas, pero ahí estuvieron.
Esperemos que la derecha sea nuevamente consecuente y no vuelva a financiar la campaña de MEO, ni a ponerlo sistemáticamente en la portada de todos sus diarios, aun cuando los resultados de las encuestas no le favorezcan.
No porque sea mejor una izquierda liberal-conservadora, como la que hemos tenido, sino por que puede ser mucho peor una aventura ególatra-populista.
Sin embargo, en esta ocasión parece necesario reconocerle a la derecha un valor: su consecuencia.
No se trata de una ironía como las que habitualmente pueblan estas páginas. Al contrario, las felicitaciones son honestas. Explico porqué.
Éste es sin duda el peor momento del gobierno de Piñera. Las encuestas lo sitúan a ras de suelo. La gente no sólo no le cree, sino que lo rechaza. Sus ministros, salvo un par de excepciones, van en caída libre. El mismo Presidente ha debido salir a explicar que no le importan los resultados en las encuestas, sino lo que su gobierno está dispuesto a hacer por el bien de Chile.
Creo que hay dos formas de ver esto. Por un lado, pensar efectivamente que no le importan las encuestas, ya que los negocios que harán en estos años serán tan grandes que le asegurarán a la elite de derecha su reproducción económica por las siguientes décadas en que no volverán al poder.
Por otro, uno podría pensar que su idea acerca del desarrollo y bienestar del país es sincera y que, por lo mismo, están dispuestos a pagar los costos que sea por llevarla adelante.
En cualquiera de los dos casos hay un hecho evidente: éste podría haber sido el momento ideal para sucumbir a la tentación del populismo. Podría haber prometido cualquier cosa. Además, tiene el dinero para hacerlo, ya que los ahorros del cobre están disponibles para todo tipo de insensatez.
Pero no lo ha hecho, al menos hasta ahora. Ya sea por consecuencia con sus objetivos económicos o por su convicción sobre la forma que debe adoptar el desarrollo. Como sea, no lo hizo. No se ha dejado tentar por el populismo con el fin de hacerse querida por quienes hoy la rechazan y proyectar posibilidades electorales futuras. Esto, sin duda, merece una felicitación. Aún cuando uno no comparta sus preceptos.
La situación general, sin embargo, es compleja. Si bien la derecha y antes la Concertación, se han subordinado a las mezquinas posibilidades de la macroeconomía para ajustar sus promesas y su política a la "medida de los posible", ello deja un campo infinito para que algún tipo de caudillo populista aproveche la disconformidad general que se está expresando, y la canalice por la vía de la promesa fácil.
Tal vez quien está más cerca de ello sea MEO. Que insiste en aparecer de tarde en tarde ofreciendo financiamientos, matrimonios, impuestos y plebiscitos, a diestra y siniestra. Nada contra la oferta, sino contra su extemporaneidad. No hay que olvidar que fue un honorable diputado de la república y que llegado los momentos de inflexión guardó respetuoso silencio frente al statu quo.
A pesar de ello, no deja de ser preocupante su oportunista presencia. De hecho, las banderas del PRO (su propio partido) fueron prácticamente las únicas que flamearon durante las protestas estudiantiles. En una esquina, medio escondidas, pero ahí estuvieron.
Esperemos que la derecha sea nuevamente consecuente y no vuelva a financiar la campaña de MEO, ni a ponerlo sistemáticamente en la portada de todos sus diarios, aun cuando los resultados de las encuestas no le favorezcan.
No porque sea mejor una izquierda liberal-conservadora, como la que hemos tenido, sino por que puede ser mucho peor una aventura ególatra-populista.
3 comentarios:
Estimado Enrique, conozco tu gran inteligencia y de ahí deduzco esa obseción por MEO: la derecha lo utilizó para abrirse paso electoralmente. Pero esto para mi puede parangonarse con el fútbol. Recuerdo uno de esos partidos ultra ratones que planteaba el finado Santibáñez, ya no era que le llegaran, sino que los rivales alojaban en el área. tan desacostumbrados estaban los delanteros rivales a que el equipo del finado saliera del área, que cuando eso pasó, hubo un delantero rival que se quedó enganchado el off side, sus mediocampistas recuperaron la pelota, se la pasaron, el lineman se comió el off side y GOOOOOL. Carcuro, que es populista, quzo puro darle al lineman, pero el sapito que ya era un sabio, aunque no tanto como hoy día, lo paró en seco. Un abrazo,
miguel
¿No será, quizás, que el debate este año alcanzó una profundidad tan inesperada (atacando la base de ordenamiento neoliberal del estado y la sociedad chilena), que para la derecha tranzar no sea una opción?
Mauricio
Luego de ver el mensaje de Piñera por youtube, quedé con la percepción de que de verdad lo intentó... puso todo de su parte para ser populista pero debido a algún tipo de deficiencia genética o limitación neurológica congénita, no pudo ver ni pensar más allá del paradigma neoliberal.
Publicar un comentario