La verdad es que de fútbol sé poco. No lo digo con ese orgullo pseudointelectual que muchos académicos usan para marcar distancia de prácticas demasiado mundanas. Lo digo en serio. Tiene que ver con que nunca me interesó mucho como deporte y, sobre todo, con que no tengo televisión hace más de dos décadas.
Esto no significa que no me haya interesado el fútbol. Al contrario, he visto todos los mundiales desde que tengo recuerdo y muchos partidos argentinos y brasileños. También algo de las copas europeas.
Esta experiencia me ha permitido distinguir al menos una cosa: el fútbol que me entretiene y el que me aburre.
Me entretiene el argentino, el brasileño, el inglés, el de varios países del África Negra. Me aburre el fútbol alemán, el asiático, el chileno.
Me gustan los equipos que combinan intensidad, velocidad y creatividad. Me aburren los que se dedican a cuidar la pelota por miedo a que se las quiten y, sobre todo, los que retroceden más de lo que avanzan.
El fútbol chileno lo he visto escasamente. Me parece, en general, lento y mezquino. Demasiado cauteloso. Pero como digo, no entiendo mucho, por lo que puedo estar siendo tremendamente injusto.
Escribo esto porque me considero lo que Borghi llamó las viudas de Bielsa. Recién asumido como el entrenador de la nueva directiva de la ANFP, y algo molesto por la sombra de Bielsa que los medios insisten en agrandar, señaló que "la era Bielsa dejó más viudas que la segunda guerra mundial".
Me pareció un frase grosera, despectiva. Explico por qué.
Se equivocan quienes miden a la selección de Bielsa por sus resultados, como lo hizo entre otros Pellegrini. Se equivocan por dos razones: primero, no porque Chile llegara en el mundial pasado al mismo lugar que la selección de Acosta en el mundial del 98, sino porque fue segundo en las eliminatorias, con una tremenda campaña. Diez partidos ganados; uno más que Brasil que fue primero; y 32 goles a favor.
Pero sobre todo se equivocan porque Bielsa le regaló al fútbol chileno algo que éste no estaba acostumbrado a tener: dignidad. Dignidad para pararse en la cancha de tú a tú con equipos que probablemente le iban a ganar. No estoy hablando de la falsa dignidad de quien se sabe perdedor, sino la del que da la pelea para ganar contra todo pronóstico.
La selección de Bielsa tuvo intensidad, velocidad y creatividad. No era un equipo que se dedicara a protegerse. Cosa que volvimos a ver en los partidos recientes de Chile, especialmente en el contra Perú. Fue, guardando las proporciones, una especie de reencuentro con el pasado, con la calculadora que habíamos comenzado a olvidar.
En fin. No es mi intención hablar mal de Borghi como entrenador. Sé muy poco de fútbol como para hacerlo. Sólo quiero decir que, como viuda de Bielsa, eché de menos la disciplina en la cancha y, sobre todo, el coraje que obliga al ataque.
Bielsa tenía algo del míster Peregrino Fernández, el entrenador inventado por Soriano: a él le encantaba ver la pelota cerca de los arcos y fijarse poco en la tabla de posiciones.
Borghi, tal vez, vivió demasiado tiempo en Chile.
Esto no significa que no me haya interesado el fútbol. Al contrario, he visto todos los mundiales desde que tengo recuerdo y muchos partidos argentinos y brasileños. También algo de las copas europeas.
Esta experiencia me ha permitido distinguir al menos una cosa: el fútbol que me entretiene y el que me aburre.
Me entretiene el argentino, el brasileño, el inglés, el de varios países del África Negra. Me aburre el fútbol alemán, el asiático, el chileno.
Me gustan los equipos que combinan intensidad, velocidad y creatividad. Me aburren los que se dedican a cuidar la pelota por miedo a que se las quiten y, sobre todo, los que retroceden más de lo que avanzan.
El fútbol chileno lo he visto escasamente. Me parece, en general, lento y mezquino. Demasiado cauteloso. Pero como digo, no entiendo mucho, por lo que puedo estar siendo tremendamente injusto.
Escribo esto porque me considero lo que Borghi llamó las viudas de Bielsa. Recién asumido como el entrenador de la nueva directiva de la ANFP, y algo molesto por la sombra de Bielsa que los medios insisten en agrandar, señaló que "la era Bielsa dejó más viudas que la segunda guerra mundial".
Me pareció un frase grosera, despectiva. Explico por qué.
Se equivocan quienes miden a la selección de Bielsa por sus resultados, como lo hizo entre otros Pellegrini. Se equivocan por dos razones: primero, no porque Chile llegara en el mundial pasado al mismo lugar que la selección de Acosta en el mundial del 98, sino porque fue segundo en las eliminatorias, con una tremenda campaña. Diez partidos ganados; uno más que Brasil que fue primero; y 32 goles a favor.
Pero sobre todo se equivocan porque Bielsa le regaló al fútbol chileno algo que éste no estaba acostumbrado a tener: dignidad. Dignidad para pararse en la cancha de tú a tú con equipos que probablemente le iban a ganar. No estoy hablando de la falsa dignidad de quien se sabe perdedor, sino la del que da la pelea para ganar contra todo pronóstico.
La selección de Bielsa tuvo intensidad, velocidad y creatividad. No era un equipo que se dedicara a protegerse. Cosa que volvimos a ver en los partidos recientes de Chile, especialmente en el contra Perú. Fue, guardando las proporciones, una especie de reencuentro con el pasado, con la calculadora que habíamos comenzado a olvidar.
En fin. No es mi intención hablar mal de Borghi como entrenador. Sé muy poco de fútbol como para hacerlo. Sólo quiero decir que, como viuda de Bielsa, eché de menos la disciplina en la cancha y, sobre todo, el coraje que obliga al ataque.
Bielsa tenía algo del míster Peregrino Fernández, el entrenador inventado por Soriano: a él le encantaba ver la pelota cerca de los arcos y fijarse poco en la tabla de posiciones.
Borghi, tal vez, vivió demasiado tiempo en Chile.
1 comentario:
No Enrique, si tienes toda la razón. Para mí la cuestión de fondo es de humanidad. En eso Borghi me caía súper bien, incluso le perdonaba ser colocolino, aunque ahora exageró la nota al no convocar a Herrera y Vargas de la U y llevar al vástago de la oligarquía futbolera, Matías Rubio. Pero la grosería y mala fe de Borghi yo la sufrí en una declracaión bien anterior a la de las viudas: en su primera conferencia de prensa dijo más menos "yo respondo las preguntas mirando a la cara" Él quizo entonces compararse con Bielsa, incluso en ese gesto que el de newells desarrolló para marcar su distancia con el pacotillero repeorteo deportivo chileno.
Pero a Bielsa le hemos levantado un calumnia colectiva aun más grave: eso de que nos trajo "mentalidad ganadora", como si fuera autor de esos manuales de auto ayuda en onda "Tú puedes hacerlo". El viejo es derechamente de una izquierda intelectual y social, por lo tanto sabe que lo único que hay que sacarle al fútbol para que se transforme en un agenciamiento comunista (comunidades liberadoras de singularidad) son las histerias identitarias triunfalistas, sean nacionales o de clubes ... por eso yo pienso que el hombrón se marchó con el corazón azul por "la hinchada más anaraquista, la más borracha la más antifascista...."
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