La derecha chilena practica en su discurso público una violencia argumental que resulta difícil de contrarrestar y, sobre todo, de comprender. Pero que sin embargo logra sus objetivos, producto de la insistencia con que lo repiten y los espacios que los medios le otorgan.
Tras esta violencia argumental se encuentra mucho de lo que la derecha es. Pero no es mi interés hacer un análisis de su discurso político, sino solamente listar algunos ejemplos que evidencian lo enunciado.
Caso 1: responsabilidad penal adolescente y píldora del día después.
La derecha chilena no dudó un momento en establecer la responsabilidad penal de nuestros niños en los 14 años. Es decir, a esa edad ellos están en condiciones de discernir entre el bien y el mal, sobre todo si se trata de un delito que atenta contra las personas o lo ajeno. Por lo mismo, con el apoyo de la Concertación, la plasmó en la ley 20.084. Sin embargo, tampoco dudó un momento en negarle a las niñas de 14 años el derecho a tomar una píldora en caso de tener relaciones sexuales sin protección, por las razones que sea. Es decir, la capacidad de discernimiento sobre el bien y el mal no se extiende al goce del propio cuerpo y de las niñas, pero sí cuando se trata de un niño que roba lo ajeno. ¿Por qué esta diferencia?
Caso 2: la amnistía a los militares y el indulto a los mapuches.
Luego de la detención de Pinochet en Londres en el año 1998 se inició en Chile una etapa inédita de procesamiento de militares. En parte producto de los recambios en el poder judicial, pero también para demostrar al mundo nuestro inquebrantable compromiso con los derechos humanos. En aquella oportunidad, la derecha salió en masa a defender la aplicación de la ley de amnistía dictada por Pinochet en 1978, para poner a resguardo a su gente, cuestionando la legitimidad de los procesos a los militares. Hace menos de una semana, la misma derecha salió a decir - a través del diputado UDI Gustavo Hasbún - que extender un indulto a los mapuches en huelga de hambre era un "tontera". Efectivamente en parte su argumento tiene razón: no se puede indultar por la simple presión de una huelga de hambre. Pero el diputado Hasbún también sabe que la aplicación de la ley antiterrorista (dictada bajo Pinochet, en el 84), al menos en el caso de los mapuches, es un acto de arbitrariedad de su propio sector.
Caso 3: la exigencia de reconciliación y el fin de la puerta giratoria
Si hay un elemento que ha caracterizado a la derecha chilena desde el regreso a la democracia es su duro discurso antidelincuencia y voluntad de aplicar las sanciones más drásticas posibles. Al punto que en la derogación de la pena de muerte el año 2001, ésta votó masivamente en contra (37 votos en la Cámara de Diputados). Lo delincuentes, entonces, deben pagar con las penas del infierno sus culpas, independiente de las razones que los llevaron a ellas. De paradójico modo, en el caso de las violaciones a los derechos humanos no les parece que ello sea necesario. Es más, pide avanzar en un proceso de reconciliación, cuya única exigencia es el perdón. De ese modo transforma a las víctimas de violaciones a los derechos humanos en intransigentes y en los únicos culpables de que no se avance en el tema. Es decir, le exige generosidad a las víctimas y ningún gesto a los victimarios. Si es tan simple, porque ella no se reconcilia con los delincuentes comunes que las más de las veces delinquen por necesidad y no sistemáticamente y amparados en un estado militar, como lo hicieron los sicarios de la dictadura.
Curiosos los modos de argumentar de nuestra derecha.
Tras esta violencia argumental se encuentra mucho de lo que la derecha es. Pero no es mi interés hacer un análisis de su discurso político, sino solamente listar algunos ejemplos que evidencian lo enunciado.
Caso 1: responsabilidad penal adolescente y píldora del día después.
La derecha chilena no dudó un momento en establecer la responsabilidad penal de nuestros niños en los 14 años. Es decir, a esa edad ellos están en condiciones de discernir entre el bien y el mal, sobre todo si se trata de un delito que atenta contra las personas o lo ajeno. Por lo mismo, con el apoyo de la Concertación, la plasmó en la ley 20.084. Sin embargo, tampoco dudó un momento en negarle a las niñas de 14 años el derecho a tomar una píldora en caso de tener relaciones sexuales sin protección, por las razones que sea. Es decir, la capacidad de discernimiento sobre el bien y el mal no se extiende al goce del propio cuerpo y de las niñas, pero sí cuando se trata de un niño que roba lo ajeno. ¿Por qué esta diferencia?
Caso 2: la amnistía a los militares y el indulto a los mapuches.
Luego de la detención de Pinochet en Londres en el año 1998 se inició en Chile una etapa inédita de procesamiento de militares. En parte producto de los recambios en el poder judicial, pero también para demostrar al mundo nuestro inquebrantable compromiso con los derechos humanos. En aquella oportunidad, la derecha salió en masa a defender la aplicación de la ley de amnistía dictada por Pinochet en 1978, para poner a resguardo a su gente, cuestionando la legitimidad de los procesos a los militares. Hace menos de una semana, la misma derecha salió a decir - a través del diputado UDI Gustavo Hasbún - que extender un indulto a los mapuches en huelga de hambre era un "tontera". Efectivamente en parte su argumento tiene razón: no se puede indultar por la simple presión de una huelga de hambre. Pero el diputado Hasbún también sabe que la aplicación de la ley antiterrorista (dictada bajo Pinochet, en el 84), al menos en el caso de los mapuches, es un acto de arbitrariedad de su propio sector.
Caso 3: la exigencia de reconciliación y el fin de la puerta giratoria
Si hay un elemento que ha caracterizado a la derecha chilena desde el regreso a la democracia es su duro discurso antidelincuencia y voluntad de aplicar las sanciones más drásticas posibles. Al punto que en la derogación de la pena de muerte el año 2001, ésta votó masivamente en contra (37 votos en la Cámara de Diputados). Lo delincuentes, entonces, deben pagar con las penas del infierno sus culpas, independiente de las razones que los llevaron a ellas. De paradójico modo, en el caso de las violaciones a los derechos humanos no les parece que ello sea necesario. Es más, pide avanzar en un proceso de reconciliación, cuya única exigencia es el perdón. De ese modo transforma a las víctimas de violaciones a los derechos humanos en intransigentes y en los únicos culpables de que no se avance en el tema. Es decir, le exige generosidad a las víctimas y ningún gesto a los victimarios. Si es tan simple, porque ella no se reconcilia con los delincuentes comunes que las más de las veces delinquen por necesidad y no sistemáticamente y amparados en un estado militar, como lo hicieron los sicarios de la dictadura.
Curiosos los modos de argumentar de nuestra derecha.
1 comentario:
Si sólo se tratara de un ejercicio de la violencia a través del verbo argumental, el discurso de la derecha a la que hace mención el comentario, el asunto tal vez quedaría reducido a una crítica de su mendacidad comunicacional. Pero esta es, con rarísimas excepciones, común a la cacofonía política que impera en el espacio acústico desta democracia nuestra. Pero lo que distingue a esta actual derecha chilena, es su real violencia fáctica, es su calculada y fría disposición al uso de la fuerza bruta como prima ed ultima ratio, en la defensa de sus valores y sus privilegios. Hay que reconocer, que a(una leve) diferencia de la verborragia de doble standard de nuestra Concertación, nuestra derecha se esfuerza por permanecer fiel a sus principios y al troglodismo cavernícola de su "relato" histórico de siempre.
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