lunes, 12 de octubre de 2009

¿A qué culpables premiar?

El 27 de septiembre recién pasado, la actual canciller alemana Angela Merkel obtuvo una nueva victoria electoral, que le permitirá gobernar por cuatro años más. Gracias a la aplastante derrota de sus actuales socios - los socialdemócratas (SPD) -, en el período que empieza podrá gobernar con una coalición conservadora-neoliberal (CDU+FDP).
A propósito de esta situación, el periodista Friedrich Küppersbusch comentó en Radio Uno dos cosas muy interesantes. Primero, que los conservadores y neoliberales están usufructuando de la revolución del 68, encabezada por la izquierda. Sin ésta, hubiera sido impensable que una mujer llegara a canciller o que un homosexual pudiera convertirse en el futuro vicecanciller (Guido Westerwelle, presidente del FDP). Segundo, que el resultado de la elección se trataba de un fenómeno típicamente alemán: votaron a favor de los neoliberales, premiando de ese modo a los causantes de la crisis económica en que el país se encuentra.
Algo similar, aunque un poco más complejo, sucede en Chile. Va más allá de votar por uno de los más exitosos representantes del mundo financiero para que pueda llegar a ser presidente y, de eso modo, premiar a quienes directamente han sido los culpables de la debacle (es curioso que pocos hayan reparado en una paradoja de la campaña de Piñera: él promete crear un millón de nuevos empleos, para dar trabajo a los cesantes que él mismo a contribuido a crear).
Se trata de todo y todos los que están junto a él. De la historia que le antecede. Piñera no representa sólo su éxito financiero y las crisis reiteradas que lo hacen posible. También representa la instalación de un modelo de economía neoliberal, que es el causante de la enorme desigualdad social existente.
Su comparsa es la misma que en plena dictadura liberalizó y mercantilizó la educación chilena, segmentándola socialmente, creando una para ricos y otra para pobres.
Más interesante aún, él representa los sistemas de pensiones (ideado en gran parte por su hermano José) y de seguros de salud, que funcionan lucrando con la vejez y la enfermedad de millones de conciudadanos.
Por último, representa también las violaciones a los derechos humanos y la represión. Puede ser verdad que él votó por el No en el plebiscito de 1988. Puede incluso que lo haya hecho de manera honesta y no guiado únicamente por su oportunista olfato. Sin embargo, él no viene solo. Gobernará con los jóvenes de Chacarillas, con ex ministros y otra serie de colaboradores de la dictadura, cuyo paso por la historia reciente de Chile no ha sido precisamente inocuo.
Por otra parte, y volviendo a la elección alemana, la derrota del SPD no es sólo un premio a los neoliberales. Es también un castigo a los socialdemócratas por haber hecho política neoliberal durante dos períodos de gobierno.
De igual modo, una posible victoria de Piñera no puede ser vista únicamente como un premio a lo que él representa, sino también como un castigo a una Concertación que no ha tenido coraje ni imaginación para hacer una política económica significativamente distinta a la que un neoliberal como Piñera hará.
Curiosa disyuntiva en la que se encuentra el país: deberemos elegir entre dos culpables. De distinta índole, sin duda, pero culpables al fin.

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