lunes, 7 de septiembre de 2009

Vigencia

"Vengo de Chile, un país pequeño pero donde hoy cualquier ciudadano es libre de expresarse como mejor prefiera, de irrestricta tolerancia cultural, religiosa e ideológica, donde la discriminación racial no tiene cabida. Un país con una clase obrera unida en una sola organización sindical, donde el sufragio universal y secreto es el vehículo de definición de un régimen multipartidista, con un Parlamento de actividad ininterrumpida desde su creación hace 160 años, donde los Tribunales de Justicia son independientes del Ejecutivo, en que desde 1833 sólo una vez se ha cambiado la Carta Constitucional, sin que ésta prácticamente jamás dejado de ser aplicada. Un país, donde la vida pública está organizada en instituciones civiles, que cuenta con fuerzas armadas de probada formación profesional y de hondo espíritu democrático. Un país de cerca de diez millones de habitantes que en una generación ha dado dos Premios Nobel de Literatura. Gabriela Mistral y Pablo Neruda, ambos hijos de modestos trabajadores. En mi patria, historia, tierra y hombre se funden en un gran sentimiento nacional.
Pero Chile es también un país cuya economía retrasada ha estado sometida, e inclusive enajenada, a empresas capitalistas extranjeras; ha sido conducido a un endeudamiento externo superior a los cuatro mil millones de dólares, cuyo servicio anual significa más del 30% del valor de sus exportaciones, con una economía estrechamente sensible ante la coyuntura externa, crónicamente estancada e inflacionaria. Así, millones de personas han sido forzadas a vivir en condiciones de explotación y miseria, de cesantía abierta o disfrazada".

"Ante la Tercera UNCTAD tuve la oportunidad de referirme al fenómeno de las corporaciones transnacionales y destaqué el vertiginoso crecimiento de su poder económico, influencia política y acción corruptora. De ahí la alarma con que la opinión mundial debe reaccionar ante semejante realidad. El poderío de estas corporaciones es tan grande, que traspasa todas las fronteras. Sólo las inversiones en el extranjero de las compañías estadounidenses, que alcanzan hoy a 32 mil millones de dólares, crecieron entre 1950 y 1970 a un ritmo de 10% al año, mientras las exportaciones de este país aumentaron sólo a un 5%. Sus utilidades son fabulosas y representan un enorme drenaje de recursos para los países en desarrollo. Sólo en un año, estas empresas retiraron utilidades del Tercer Mundo que significaron transferencias netas en favor de ellas de 1.723 millones de dólares: 1.013 millones de América Latina, 280 de África, 366 del Lejano Oriente y 64 del Medio Oriente. Su influencia y su ámbito de acción están trastocando las prácticas tradicionales del comercio entre los Estados de transferencia tecnológica, de transmisión de recursos entre las naciones y las relaciones laborales. Estamos ante un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones transnacionales y los Estados. Estos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales -políticas, económicas y militares- por organizaciones globales que no dependen de ningún estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están fiscalizadas por ningún Parlamento, por ninguna institución representativa del interés colectivo.
En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada. “Los mercaderes no tienen patria. El lugar donde actúan no constituye un vínculo. Sólo les interesa la ganancia’’. Esta frase no es mía; es de Jefferson.
Pero, las grandes empresas transnacionales no sólo atentan contra los intereses genuinos de los países en desarrollo, sino que su acción avasalladora e incontrolada se da también en los países industrializados, donde se asientan. Ello ha sido denunciado en los últimos tiempos en Europa y Estados Unidos, lo que ha originado una investigación en el propio Senado norteamericano. Ante este peligro, los pueblos desarrollados no están más seguros que los subdesarrollados".

Extracto del Discurso del Presidente Salvador Allende ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 4 de diciembre de 1972.

1 comentario:

Marcela dijo...

Ups, que añoranza poder presentar a Chile como un régimen multipartidista, y no tener que elegir más entre Pepsi y Coca Cola :)(COncerta/Derecha)
Punto y aparte, gracias por rescatar este discurso, este fragmento es tan profético: "Estamos ante un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones transnacionales y los Estados. Estos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales - políticas, económicas y militares - por organizaciones que no dependen de ningún estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están fiscalizadas por ningún Parlamento, por ninguna institución representativa del interés colectivo.
En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada.
Weno, ahora la fase post, me da tristeza cuando ingenuamente alguien se alegra de la posibilidad de que USA caiga, creyendo que así cae el monstruo, y al final hoy el monstruo no necesita una hubicación geopolítica. Ahora se mueve con soltura por el mundo, un tirano de contornos difusos este señor mercado globalizado.
Lo peor es que elijamos Pepsi o Coke estará con nosotros.
Genial el Chicho.
Saludos

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