lunes, 20 de julio de 2009

Sobre Isapres, AFP's y otros demonios II

En la edad media, reyes y príncipes acostumbraban a entregar privilegios a algunos de sus súbditos. Esto era: eximirlos de obligaciones que ellos mismos habían impuesto a todos en forma de ley o concederles el derecho de uso temporal de algún bien considerado propiedad real.
Como la entrega de un privilegio era una decisión arbitraria también su revocación podía serlo. Entre los más conocidos estaban los dados a la nobleza (que era liberada de pagar impuestos o cobraba peajes en caminos y ríos), a algunos gremios de artesanos (que no pagaban impuestos por sus productos o su venta), a las ciudades (que gozaban de autoadministración y libertad para sus habitantes) o a las universidades (que podían administrar justicia internamente).
Un privilegio implicaba dos cosas. Por una parte, una concesión. Por otra, una obligación. Los reyes y príncipes siempre exigían algo a cambio. Para seguir con el ejemplo: a la nobleza obediencia militar, a los gremios parte de su producción, a las ciudades impuestos y a las universidades formar especialistas para su aparato administrativo.
Éste es el principio que heredó el Estado moderno para realizar concesiones a privados de bienes o derechos que tradicionalmente han sido entendidos como públicos. Con una diferencia fundamental: en las democracias la concesión y revocación del privilegio se hace por ley, no en forma arbitraria.
Las AFP's pueden ser entendidas como entes privados a los que el Estado entregó un privilegio: administrar los dineros de los ciudadanos, obligados por ley a cotizar. ¿Cuál es el privilegio?: privados podrían, a partir del derecho de uso de capital ajeno, generar capital propio y repartir utilidades.
Hasta aquí todo bien, sin embargo, los reyes o príncipes siempre exigían algo a cambio, para ellos o sus súbditos. En este caso no: se otorgó el privilegio de administrar dinero ajeno contra ninguna obligación de una rentabilidad mínima o de distribución de utilidades por sobre esa rentabilidad mínima.
No está demás recordar que quienes lo entregaron estaban muy conscientes del riesgo del experimento y se eximieron de la obligación de cotizar en las AFP's. Las pensiones militares seguirían teniendo el sólido respaldo del "infame" Estado.
Resumiendo: sería justo para los ciudadanos que quien tiene el privilegio garantice una rentabilidad mínima a todo evento. De lo contrario debería haber libertad para trasladar los ahorros a los bancos. Además, se debería exigir una repartición progresiva de utilidades. Es decir: si a los dueños de las AFP's les va mejor de lo esperado, deberían también entregar una proporción mayor a los cotizantes. Esto no significa desconocer su talento, sino ponerlo en su justa dimensión: están administrando dinero ajeno con riesgo cero.
Un detalle final. Este privilegio fue otorgado como en la edad media: monárquicamente, no en condiciones democráticas.
¿No será tiempo de preguntar a la ciudadanía acerca de la pertinencia de este privilegio? o ¿será mucho pedir que las AFP's se hagan verdaderamente responsables de las pensiones de todos los chilenos y chilenas?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En el presente artículo el autor pone su dedo en una de las llagas mas pustulentas del cacareado "modelo chileno" de desarrollo. Nihil novum sub sole. El tema en sí no es nuevo. Fernández Darras no hace más que verbalizar y transcribir una carga que agobia a diario a millones de chilenos. Sin embargo, es un tema que -como tantos otros heredados de la dictadura y de igual pustulencia- es ladina y sistemáticamente obviado por las principales escuderías políticas que compiten entre si para acceder a la perpetuación y administración de tales engendros.

CLAUDIA E dijo...

¡Que envidia! , me estas hablando de gente que tiene cotizaciones y algún día algo de plata para jubilar y obtener una pensión. Yo llevó más de 4 años trabajando en una repartición pública, con horarios y responsabilidades, subordinación y dependencia. Primero fui licitada a través del portal Chile Compra, y luego honorarios. Cero imposiciones, cero derecho a vacaciones, cero salud…. Y somos muchos.

Anónimo dijo...

conclusión: me hago milico y me aseguro el futuro con la plata de todos

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